jueves, 26 de julio de 2018

La importancia de los deportes en el autismo








“Que los límites se queden en palabras y que nos den las fuerzas a quienes tenemos la responsabilidad de sacar adelante a niños autistas”. ¿Qué tal, amigos de Normalmente Diferentes? Con esta reflexión quiero iniciar este nuevo relato, sobre todo porque si queremos lograr una verdadera sociedad inclusiva, debemos empezar por respetar las diferencias de cada uno.

Mi experiencia con mi hijo Salvador me ha enseñado que no hay nada imposible, pero sí hay que entregar mucho esmero y dedicación en la crianza. Y aunque es muy difícil de hacerlo, creo que debemos intentar ingresar al mundo neurodiverso, pues ya bastante arduo es para los autistas calzar en lo neurotípicos.

Es un trabajo que demanda constante estudio y análisis para poder realmente ayudar y adecuar comportamientos. Si bien es cierto, todo empieza con un muy buen diagnóstico a tiempo, continúan las terapias y finalmente el anhelo es llegar a ver a nuestros hijos compartiendo en academias deportivas, artísticas y culturales, tal cual lo hacen los neurotípicos.

Mi hijo Salvador ya se encuentra en esta etapa, me refiero a que ya logró insertarse a sus distintos talleres. Saberse parte de su academia de karate lo ha hecho madurar y resaltar aún más su responsabilidad y puntualidad.  Vale la oportunidad para contarles que intentó hacer "click" en deportes como el futbol y básquet, sin embargo, los juegos en equipo no son su fuerte.

Al contrario, poniendo énfasis en su capacidad de sistematizar y de razonar todo por lógica, también es integrante del taller de robótica desde hace 4 años.  Salvador realmente se relaja construyendo, creando y compartiendo con sus compañeritos, y a su vez le ayuda a superar su intolerancia a la frustración cuando por casualidades, lo elaborado se le cae, se le rompe o simplemente no logra terminarlo.

Es muy difícil para él, pero ha mejorado muchísimo y sus amigos, lejos de burlarse cuando llora desconsoladamente, lo ayudan a que entienda que no hay problema en rehacer el trabajo.

Su necesidad de rutinas establecidas y de querer cumplir "a la perfección", situación que en terapia se continúa trabajando, con cada indicación a detalle, ha hecho que Salvador tenga mucha seguridad en la vida.  Sabe a ciencia cierta su condición de autista de alto funcionamiento, y como tal se reconoce, se acepta y disfruta de lo que otros no pueden percibir.

"Mamá, yo escucho todo y a la misma vez.  Mis amigos no escuchan sonidos que para mí son muy fuertes", me dice Salvador. Y es que su "hambre" de conocimiento lo hace intenso en sus cuestionamientos y no lo satisface una tibia respuesta. Vaya que hay que realmente saber para darle las respuestas adecuadas.

Este 2018, Salvador decidió aprender a nadar y desde enero viene dándolo todo en la academia Berendson.  En este deporte, su aprendizaje es en modalidad de clases individuales.  Y debo confesar que he llorado la semana pasada cuando lo vi nadar en estilo libre y sin parar los 25 metros.  Y a continuación disfruta estilo espalda y pecho, aunque le está costando trabajo el estilo mariposa.


Por eso les digo, nadie es como tú y ese es tu poder. Así deberíamos sentirnos todos.  Cada uno es maravillosamente único.  Apelemos a la inclusión real. Y en esta oportunidad les pido a los educadores y personas a quienes les confiamos nuestros hijos, intenten ingresar al mundo neurodiverso, que ya bastante arduo es para los autistas calzar en lo neurotípicos.





miércoles, 4 de julio de 2018

Conociendo el orden del mundo de Salvador




¿Qué tal amigos de Normalmente Diferentes? En este nuevo relato quiero compartir esas pequeñas cosas que fui aprendiendo de mi hijo Salvador, y que lo hacen único, irrepetible y que nos enseñarán mucho, sobre todo porque esas diferencias son nuestra marca que vamos dejando como personas.

Recuerdo mucho como mi hijo colocaba sus autitos en fila.  Sus juguetes en orden, por tamaños, por colores.  Su manera de observar las piezas de rompecabezas y darles usos muy funcionales a los rollos de papel higiénico y a las cajas de cereales.

Su lenguaje era muy limitado; básicamente eran sonidos guturales, y repeticiones a manera de eco de palabras que le llamaban su atención. Desde ese momento, ya sabía que Salvador era distinto. En ese entonces tenía dos añitos y evitaba mirarme cuando le hablaba.

Aún recuerdo lo difícil que era llevarlo a los cumpleaños que lo invitaban.  Lloraba, gritaba, se tapaba los oídos.  Era verlo muy nervioso, pero a pesar de eso, yo nunca lo retiraba de la fiesta o lo reprimía, al contrario,  lo abrazaba y le hablaba de lo que se trataba la temática de ese encuentro de amiguitos.  

Le explicaba por qué la música era tan fuerte.  Y era así, que en un aproximado de 40 minutos, Salvador lograba la calma, siempre "midiendo" todo.  

Mi felicidad total era verlo sonreír, empezar a disfrutar aunque siempre en solitario.
Era una señal más de que un camino a la neurodiversidad nos aguardaba.  Y, por supuesto, un sinfín de interrogantes y muchos aspectos por resolver. 

Todo ello, porque nuestra sociedad es dura, lapidante y de juicios inmediatos. Pero una mamá, tiene un don especial con el que ayuda a sus hijos a darle rumbo a la vida.  Mi tarea ya había comenzado.

En ocasiones, Salvador movía sus manitos constantemente, se balanceaba y siempre andaba con una tapita en su mano.

Han pasado 7 años de todo ello y ahora casi con 9 años ha cambiado esas maneras. Hoy por hoy, es muy común verlo caminar mientras habla solito de un tema.  Salvador no tiene vergüenza que lo vean así, para mi hijo es normal ser así. 

Hijito ¿qué tanto hablas y hablas y vas de acá para allá? Le pregunto, y el solo me responde: "pero mami, es que me estoy concentrando".