“Hijos
pequeños, problemas pequeños. Hijos creciendo, problemas agrandándose”, sin
embargo, yo prefiero decir, hijos
creciendo y retos aumentando. Si bien es una frase bastante empleada, en
ocasiones también está muy mal enfocada.
Me
refiero a ver erróneamente, en nuestros hijos, la suma de dificultades que
pudieran ir presentando en sus particulares desarrollos. Pero desde mi día a
día, puedo contarles que Salvador es un libro abierto y para mí, aunque es
ardua la labor de ser su mamá, es a la vez la aventura más sublime y divertida.
Lo veo
tan resuelto en sus deportes y tan inteligente en muchos aspectos. De pronto,
intenta crear chistes y no es muy bueno, él lo admite. Otras veces juega a ser muy social, al menos
trabaja mucho en lograrlo, pero aún no le "achunta".
Ahora, está "aprendiendo" la tan usada
mentira social, caso contrario, no encaja en los grupos y más de las veces lo
miran como bicho raro por ser tan franco y directo.
Nos
hemos acostumbrado a convivir entre banales temas, entre forzados grupos
sociales y se ha vuelto una necesidad el pertenecer sí o sí a un grupo.
Es aquí
en donde la ansiedad, angustia y hasta depresión, se desencadenan en personas
autistas. Independientemente de la edad,
van siendo "blanco" de acosos, bullying, y fuertes
"choteadas".
Por
ejemplo, son excluidos de grupitos de juegos y más adelante son evadidos por
sus contemporáneos cuando se conversa del día a día.
Habría,
en mi humilde opinión, que enseñarle a la sociedad el porqué de sus
"raros" comportamientos (frases repetitivas, estereotipias, palabras
directas, etc.). Es bueno reconocer el trabajo que hacen sendos terapistas en
los neurodiversos; pero ¿quién se encarga de sembrar la tolerancia y
comprensión en la sociedad?
Empecemos
desde lo más cercano que la vida nos presente.
Demos el primer gran paso. Les
aseguro que un niño autista es mágicamente la manifestación de la verdad y la
paz que hasta ahora muchos desconocen.
"Mamá,
pero si no me entienden ¿por qué yo tengo que llevar mis terapias para poder
entenderlos a todos? entonces a lo mejor todos necesitamos llevar terapias"
Cuando
me dijo eso, lo abracé fuerte, muy fuerte y me aguanté las ganas de llorar.
Solo atiné a responderle esto: Salvador, tienes mucho que enseñarnos a todos y
a mí me Salvas cada día. Haces honor a tu nombre hijito. No importa si te entienden o si te ignoran. Tú
sólo tienes que recordar siempre que tu misión es ser muy, pero muy feliz,
respetando y tratando como quieres que te traten.
Hijito,
yo te amo mucho, mucho, mucho...
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