“Que los límites se
queden en palabras y que nos den las fuerzas a quienes tenemos la
responsabilidad de sacar adelante a niños autistas”. ¿Qué tal, amigos de
Normalmente Diferentes? Con esta reflexión quiero iniciar este nuevo relato,
sobre todo porque si queremos lograr una verdadera sociedad inclusiva, debemos
empezar por respetar las diferencias de cada uno.
Mi experiencia con
mi hijo Salvador me ha enseñado que no hay
nada imposible, pero sí hay que entregar mucho esmero y dedicación en la
crianza. Y aunque es muy difícil de hacerlo, creo que debemos intentar ingresar
al mundo neurodiverso, pues ya bastante arduo es para los autistas calzar en lo
neurotípicos.
Es un
trabajo que demanda constante estudio y análisis para poder realmente ayudar y
adecuar comportamientos. Si bien es cierto, todo empieza con un muy buen
diagnóstico a tiempo, continúan las terapias y finalmente el anhelo es llegar a
ver a nuestros hijos compartiendo en academias deportivas, artísticas y
culturales, tal cual lo hacen los neurotípicos.
Mi hijo Salvador ya
se encuentra en esta etapa, me refiero a que ya logró insertarse a sus
distintos talleres. Saberse parte de su academia de
karate lo ha hecho madurar y resaltar aún más su responsabilidad y
puntualidad. Vale la oportunidad para contarles que intentó hacer
"click" en deportes como el futbol y básquet, sin embargo, los juegos
en equipo no son su fuerte.
Al
contrario, poniendo énfasis en su capacidad de sistematizar y de razonar todo
por lógica, también es integrante del taller de robótica desde hace 4
años. Salvador realmente se relaja construyendo, creando y compartiendo
con sus compañeritos, y a su vez le ayuda a superar su intolerancia a la
frustración cuando por casualidades, lo elaborado se le cae, se le rompe o
simplemente no logra terminarlo.
Es muy
difícil para él, pero ha mejorado muchísimo y sus amigos, lejos de burlarse
cuando llora desconsoladamente, lo ayudan a que entienda que no hay problema en
rehacer el trabajo.
Su necesidad de
rutinas establecidas y de querer cumplir "a la perfección", situación
que en terapia se continúa trabajando, con cada indicación a detalle, ha hecho
que Salvador tenga mucha seguridad en la vida. Sabe a ciencia cierta su
condición de autista de alto funcionamiento, y como tal se reconoce, se acepta
y disfruta de lo que otros no pueden percibir.
"Mamá,
yo escucho todo y a la misma vez. Mis amigos no escuchan sonidos que para
mí son muy fuertes", me dice Salvador. Y es que su "hambre" de
conocimiento lo hace intenso en sus cuestionamientos y no lo satisface una
tibia respuesta. Vaya que hay que realmente saber para darle las
respuestas adecuadas.
Este
2018, Salvador decidió aprender a nadar y desde enero viene dándolo todo en la
academia Berendson. En este deporte, su aprendizaje es en modalidad de
clases individuales. Y debo confesar que he llorado la semana pasada cuando
lo vi nadar en estilo libre y sin parar los 25 metros. Y a continuación
disfruta estilo espalda y pecho, aunque le está costando trabajo el estilo
mariposa.
Por eso les digo, nadie es como tú y ese es tu
poder. Así deberíamos sentirnos todos. Cada uno es maravillosamente
único. Apelemos a la inclusión real. Y en esta oportunidad les pido a los
educadores y personas a quienes les confiamos nuestros hijos, intenten ingresar
al mundo neurodiverso, que ya bastante arduo es para los autistas calzar en lo
neurotípicos.
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