¿Cómo
están, amigos de Normalmente Diferentes? Espero que todo esté yendo bien. Por
acá, todo tranquilo, corriendo con diversas cosas que estamos preparando
Salvador y yo. Como les conté la semana pasada, a mi hijo siempre le digo que
para ser GRANDE, tenemos que trabajar en mejorar nosotros mismos y a los demás.
Y
es por ello que continuamos este gran proyecto en donde queremos contar
nuestras anécdotas, experiencias y sobre todo dar a conocer todo lo relacionado
al mundo autista, ese mundo muchas veces incomprendido por la falta de información
que lleva a no respetar las diferencias de cada uno.
Es
un camino difícil, porque a diario te encuentras con situaciones que generan distintas
interrogantes que parecen no tener respuesta, pero nuestra maratón de vida,
como la llamo, es un aprender constante del mundo neurodiverso. Por ello, para todos
los días positivos una sonrisa, para los difíciles mucha paciencia y para todos
los días mucha fe.
Creo
firmemente que nuestra mente nos controla y como tal debemos llenarnos de solo pensamientos
buenos y bonitos, y sobre todo imaginar y vislumbrar en dónde queremos estar;
digamos que soñar despiertos. A Salvador
y a mí nos funciona este secretito, que ahora ya lo saben.
Porque
en realidad, cuando les conté la semana pasada el hecho que dos renombrados
colegios no quisieron recibir a Salvador, no me importaba tanto su autismo,
sino conseguir vacante para la primaria porque el nido Sonrisitas, en donde curso
el inicial de 3 años, solo era una cuna-jardín.
Pero
yo, como muchos me dicen, intensa y terca, me imaginaba a Salvador en un cole
"normal" todo "primarioso" y lo veía lleno de actividades,
academias, deportes. Es verdad, hubo
momentos que se me recogía el corazón porque sabía que nada sería fácil.
Y
fue así que aún en sus 3 añitos, fui al colegio Proyecto, solicitando matrícula
para inicial de 4 años. Les confieso que
recé muchísimo la noche anterior; era octubre del 2013 y vaya que el Señor de los
Milagros hizo lo suyo.
Pero
lo que intento destacar de todo esto, es todo el proceso para introducir a
Salvador al juego representativo, a la aceptación de compartir en el momento de
la lonchera, pues es extremadamente sensible a los olores y sabores; a anticiparle
cualquier cambio, en fin, era solamente el inicio de la etapa escolar de
Salvador.
Además,
llevábamos un horario a full, y hablo en plural porque mi tiempo lo he venido
dedicando al mil por ciento a mi hijo, colegio, academia de karate, terapia de
lenguaje, terapia ocupacional, terapia conductual, taller de robótica, francés,
cumpleañitos de sus amigos. ¡Qué niño más
ocupado! Sí que tenía una agenda muy
social, la misma que seguiremos contando más adelante.
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