Es difícil empezar el primer
párrafo, del primer texto que acompañará la bienvenida de tu blog. Estábamos
buscando la mejor manera de hacerlo, pero el miedo a seguir prolongando el
lanzamiento de este espacio, tiene color blanco, sí, como dicen los escritores,
la página en blanco, que al final es un ente de alta estimulación creativa.
Y es que tal vez, el iniciar
este saludo, contando nuestros temores, inseguridades, disyuntivas, deseos,
miedos y
lo que más se pueda evidenciar, es la motivación que nos llevó a crear
“Normalmente Diferentes”, pues al final, en algún momento de nuestra vida,
hemos sentido todo ello para dar ese primer paso a un proceso creativo, sin
embargo, nos detenemos y no lo hacemos porque existe esa barrera de que si no
sigue el patrón establecido, simplemente estoy demás, no soy digno de formar
parte de un grupo y aparecen los adjetivos que ya conocemos.
Y cuando hablamos de proceso
creativo, no nos referimos a un sentido comercial, y hacemos esta aclaración,
porque el ser humano ahora está visto más de esa manera, entonces hablamos más
bien de identidad, de la palabra como acto creador del sujeto, de nosotros, de
las personas, de sabernos y construirnos libres, respetando y comprendiendo las
diferencias de cada uno
Esa palabra que nos permite
nombrarnos como somos, aceptando la realidad, que no es estática, pero hemos
caído en la “normalidad” de que si los demás no se alinean a nuestros
comportamientos, ideas, estilos de vida y no se hacen a imagen y semejanza de
ello, simplemente no existen, los ignoramos, los excluimos, los etiquetamos en
un vacío existencial y recurrimos a ellos cuando el ego intransigente necesita
florecer y fortalecerse.
Pero todo ello, solo advierte
el gran agujero en el cual se encuentra inmersa la salud mental de nuestra
sociedad. Inundada de prejuicios, estereotipos, etiquetas, exclusiones y
señalamientos que solo genera que prevalezca la división de ser una persona
“normal” o “anormal”, teniendo este último término más acepciones sin mayores
remordimientos.
Si bien, hay situaciones en que
muchas personas, son afectadas seriamente por problemas mentales y necesitan un
continuo tratamiento, no solo médico, sino también afectivo, que es el más
importante; también es necesario evaluar qué estamos haciendo como sociedad, no
solo para respetar todo ello, sino también para sumarnos, desde nuestra
tribuna, y generar espacios inclusivos.
No somos psicólogos,
psiquiatras o médicos en general para entregar una explicación de cada caso,
pero no es una regla ostentar títulos en estos campos, para darnos cuenta que de
esa violencia extrema actual, tiene una raíz en ese niño abandonado, sin
mayores posibilidades de educación, carente de espacios para fortalecer cada
una de sus etapas, aquel niño a quien no se le enseñó a respetar a los
animales, porque fue educado con violencia y frialdad porque así se hace más
varón.
A esa niña que desde que nace
es nombrada para ser ama de casa, y si estudia, es mucho pedir, pues es “normal”
someterse a las reglas arbitrarias de convivencia. A esa niña, que es víctima
de cosas aberrantes, por alguien que también fue víctima de abusos porque el
círculo vicioso continúa y lo único que esperamos son medidas reactivas, pero
la prevención es solo un buen término para matizar alguna campaña.
El tema es complejo, mucho más
si el acceso a la información y a la educación padece de irrealidad. Lo decimos
porque en cada hogar, en cada escuela, en cada salón de clases, en cada
universidad, en cada centro de labores, en cada oficina, en cada esquina,
existen extensos problemas relacionados a nuestra psiquis, pero los padres, maestros,
hermanos, tíos, tías, abuelas, autoridades, instituciones, muchas veces
desconocen qué puede estar pasando con cada uno de esos seres con los que se convive
a diario, y cuando ocurre el desequilibrio en la estructura de la personalidad,
se alzan las banderas del señalamiento, de eludir responsabilidades y, por
supuesto, de encasillar de acuerdo a nuestro “conocimiento”.
Pero también debemos detenernos
en esa otra parte de la realidad, que no debe ser ajena a ninguno de nosotros, sin
embargo, nuevamente, por desconocimiento, se tiende a excluir y a etiquetar
porque no se ve como “normal” el comportamiento. Para ser más explícitos, y
ejemplificar la idea, es cuando se habla del autismo, que no es más que una
condición en donde la persona tiene organizada de manera diferente su cerebro,
y es necesario fortalecer el tema del lenguaje y la socialización.
El problema de todo esto, es
que por sus particularidades de la condición, que las iremos conociendo en
entrevistas y testimonios, la gente “normal” lo ve como una enfermedad, como
una discapacidad mental, al punto de hacer mil gestos cuando las observa, pero
anula su espíritu de querer conocer ese universo único.
Por todas estas cosas y otras,
decidimos construir este espacio que nos permitirá conocer mejor nuestras diferencias,
nuestros temores, nuestras condiciones, nuestras ideas, nuestros pensamientos,
y que mejor con el aporte de especialistas como son los psicólogos, maestros,
músicos, poetas, escritores, y todas aquellas personas que se sumen a este
devenir creativo.
“Normalmente Diferentes: una
voz en común” solo busca el desaprender juntos. El hablar de normalidad, es un
tanto desconocido, pero también demoledor, porque ¿qué es ser normal? Es decir
sí a todo para ser aceptado; es pensar igual a todos, a pesar que no comparto
las ideas y anulo las mías; normal es creer que no me abruma la tristeza, la
melancolía, el duelo o la pena.
Esa “normalidad” que nos lleva
a juzgar o etiquetar a un niño porque alinea sus juguetes por colores y
tamaños, porque tarda en hablar o porque ama sus rutinas. Y el panorama es más
desolador cuando hablamos de síndrome de down, del Trastorno por Déficit de
Atención e Hiperactividad (TDAH), de la depresión, del síndrome de Tourette y otros
temas que solo se conocen por rumores, por películas, pero necesitan
visibilizarse en información y testimonios.
Por ello, Normalmente
Diferentes intenta ser ese espacio de diálogo, de intercambio de ideas, esa
ventana de donde todos nos podamos mirar para aceptarnos, reconocernos y
respetar nuestra individualidad y diferencias; y es que tal vez lo normal sea ser
diferentes.
Bienvenidos a esta nueva casa
de creación. Anghelina Figallo y Enrique Villegas, comunicadores y periodistas
piuranos agradecen a quienes apoyan esta idea desde hace mucho tiempo, de
manera incondicional, pues el único fin es conocer y comprender los problemas que
afectan el comportamiento humano, la personalidad, a cada uno como sujetos
únicos.
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